Morales Juan José: “Aires de tormenta en la Uqroo”, Por Esto! de Quintana Roo. Columna Escrutinio. 26 de agosto de 2008.
Al igual que en otras muchas universidades del país, los trabajadores académicos y administrativos de la Universidad de Quintana Roo decidieron —después de 17 años de existencia de la institución— formar un sindicato. Ello está enteramente dentro de la ley y no daña en lo mínimo a la universidad. Por el contrario, es muy sano y conveniente que catedráticos, empleados y trabajadores manuales estén representados de esta manera, pues ello facilita las relaciones con las autoridades, además de evitar arbitrariedades o favoritismos.
El sindicato quedó constituido el pasado 20 de junio, y casi de inmediato, el rector de la Uqroo, José Luis Pech Várguez, puso de manifiesto que su existencia es realmente necesaria: inició una campaña de hostigamiento contra sus dirigentes, que se extendió por dos meses, y al no lograr desintegrarlo, despidió a tres de ellos: Xavier Gamboa Villafranca, secretario general del comité ejecutivo, María de Jesús Cano Góngora, secretaria de organización y Patricia Raquel González Blanco, secretaria de la comisión autónoma de honor y justicia.
Las razones esgrimidas para ello resultan extrañas, por no decir risibles. Se habló vagamente de “pérdida de confianza” y de “falta de probidad y honradez”, aunque sin mencionar hechos concretos, y el rector declaró que despidió a Gamboa para cuidar “el prestigio de la universidad” y sentar “un principio de orden, un principio de autoridad”, debido a que “se ostentaba como secretario general de un sindicato sin reconocimiento oficial”. Por su parte, Fernando de la Cruz Pacho Pali, abogado general de la Uqroo, tuvo la humorada de declarar que los tres trabajadores no fueron despedidos por ser dirigentes sindicales, sino que el hecho de que lo sean “es una coincidencia”.
Ciertamente, durante mes y medio las autoridades laborales de Quintana Roo han venido dando largas al registro del sindicato. En cambio, con insólita celeridad, casi al día siguiente de haber sido despedidos los dirigentes, los actuarios de la junta de conciliación ya se los estaban notificando oficialmente, para dejarlos así oficialmente fuera de la universidad. Pero no existe en la Ley Federal del Trabajo ninguna disposición en el sentido de que sea causal de despido el hecho de que alguien encabece una organización sindical todavía sin registro.
El rector Pech, por lo demás, no se limitó a ordenar los fulminantes ceses. Además envió gente para vaciar aparatosamente el cubículo del Dr. Villafranca y llevarse teléfono, computadora y demás elementos de trabajo, incluidas las sillas. Todo ello en su ausencia.
Se dice que Pech sólo acata órdenes del gobernador Félix González Canto, quien quiere impedir que los maestros y demás trabajadores universitarios se organicen. Además, al parecer se quiere castigar al Dr. Gamboa Villafranca porque además de sus actividades académicas es un destacado activista social.
El trato humillante y bochornoso de que fue objeto este respetable y respetado catedrático, y los intentos por ahogar en su cuna al naciente sindicato han causado indignación entre la comunidad universitaria, aunque las protestas abiertas han sido pocas, por el ambiente opresivo y represivo que se respira y el temor de muchos profesores y trabajadores administrativos a quedar desempleados y “fichados” por las autoridades en una ciudad como Chetumal, donde casi no hay más fuentes de trabajo que el gobierno y sus dependencias. Entre esas voces de protesta pueden mencionarse las de la Dra. Roberta Castillo Martínez y el Dr. Martín Ramos Díaz, destacados investigadores, quienes con dignidad y valentía ejemplares hicieron público su rechazo a las arbitrariedades de la rectoría.
Tal vez el rector y el gobernador logren su propósito —con ayuda de las autoridades del Trabajo— de liquidar el sindicato. Pero con ello lo único que lograrán será crear entre los universitarios un ambiente de inconformidad, resentimiento y frustración que no es precisamente el mejor para la Uqroo.